Los desafíos del gerente público

Los desafíos del gerente público

14 de Mayo del 2025

Como estableciera el expresidente ejecutivo del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF), Enrique García (2015), “Afirmar que las instituciones presentan una importancia superlativa constituye una premisa que actualmente exhibe un cierto nivel de consenso… En cambio, definir qué son las instituciones y cuáles son los aspectos que nos interesan de ellas abre un abanico de enfoques y explicaciones de gran diversidad en el campo de las ciencias sociales”. Para nosotros, en este momento resulta de sumo interés abordar y explicar la cuestión de la gerencia y los gerentes públicos.

La administración pública se organiza y actúa para responder a los fines del Estado. De hecho, ella misma tiene, en función de dichos fines, sus propios objetivos que cumplir y que la justifican. Esto hace que tenga que contar y soportar su accionar en instituciones que tienen asignadas competencias y recursos específicos que deberían permitirles contribuir con el logro de los fines estatales señalados. Claro, para hacerlo, deben estas instituciones combinar de forma efectiva, en el marco de sus atribuciones, los recursos disponibles y las acciones planificadas, con miras a cumplir sus objetivos, siempre sobre la base de poner en práctica las políticas públicas diseñadas y aprobadas.

Es en este escenario donde aparece, en el marco de la gestión pública, el concepto de gerencia pública, muchas veces confundido, pues en ocasiones —por suerte, cada vez menos— se trata en ciertos entes y órganos gubernamentales como un nivel jerárquico particular o como la nomenclatura que identifica a ciertas unidades administrativas, cuando en realidad se trata de un tipo de actividad gubernamental que puede estar diseminada en diferentes niveles jerárquicos institucionales. Por ejemplo, en un ministerio, dependiendo de la forma y alcance de su organización, la labor gerencial puede ser llevada por direcciones de área, departamentos o divisiones, que responden a distintos niveles jerárquicos dentro de la estructura organizativa.

Como quiera que sea, lo más importante es entender los elementos que dan esencia al concepto; esto es lo que ayuda en la práctica. La gerencia pública es una rama de la ciencia administrativa que aporta los enfoques teóricos, las técnicas y los procesos metodológicos que contribuyen a desarrollar la actividad de dirección en el sector público, tomando en cuenta sus características específicas, que lo diferencian sin duda del sector privado.

Cabe señalar, por esto último, que precisamente la gerencia pública recibe además una gran influencia teórico-conceptual de la ciencia política y de la ciencia económica, ya que se enfoca en el diseño e implementación de políticas públicas. De lo que se trata es de aprovechar los constantes cambios sociales y tecnológicos que tienen lugar en el presente siglo y colocarlos a disposición de quienes tienen a su cargo la puesta en marcha y la supervisión de los procesos administrativos.

La actividad gerencial, como expresión del dilatado proceso de cambio de la administración pública, implica las actividades de planificar, organizar, dirigir, coordinar, controlar y proponer mejoras a las políticas y las acciones del gobierno; de ahí que sea foco esencial de las estrategias y procesos de reforma y modernización del sector público. La gerencia es portadora, objeto y conductora de los cambios institucionales.

Como se puede notar, la función gerencial se sustenta en un enfoque de procesos, que inicia con la creación de políticas públicas que generan programas y acciones gubernamentales y culmina con la evaluación de los mismos, siguiendo una cadena que debe desembocar en la creación de valor público, a través de las actividades prestacional, regulatoria y de implementación de políticas que están a cargo de la administración pública. En ese caso concreto, el valor público se verifica por medio de los resultados que se entregan y el impacto social que estos producen en el desarrollo humano integral. Los gerentes son sin duda la cabeza operativa de las instituciones públicas, pero reciben sus directrices del nivel de dirección política.

Bajo esta óptica, no podemos perder de vista la finalidad de la actividad gerencial en la administración pública, que se circunscribe necesariamente a garantizar la efectividad de las instituciones gubernamentales, el logro de las metas fijadas y la satisfacción de la ciudadanía. Esto obliga a diseñar y poner en práctica procesos administrativos que permitan la conducción de la cosa pública de manera coherente, con base en los principios de interés general, juridicidad, eficacia, eficiencia, objetividad y transparencia. Aquí radican hoy los más importantes desafíos de quienes tienen a su cargo la actividad gerencial: los gerentes públicos, que, como ya dijimos, pueden encontrarse distribuidos en distintas categorías jerárquicas de los entes y órganos.

De manera específica, los gerentes públicos tienen bajo su responsabilidad tomar decisiones acertadas y conducir procesos administrativos complejos, dirigidos a impactar en el desarrollo de la nación, por lo que deben contar con competencias duras y blandas que les permitan planear de forma correcta, ejercer un liderazgo efectivo y ético, desarrollar una visión estratégica y un pensamiento sistémico, solucionar conflictos y dirigir personas garantizando su desarrollo profesional y laboral. La labor gerencial, especialmente en el sector público, conmina a actuar bajo un enfoque de orientación a la entrega de resultados, al trabajo en equipo, al liderazgo colectivo, a la apertura al cambio y al aprendizaje permanente.

Los gerentes públicos —hay que entenderlo— se encuentran, por lo regular, en la franja de dirección alta y media de las organizaciones, por lo que lideran los procesos a través de la supervisión y la coordinación efectivas, asegurando la calidad de la gestión. Como ha sido dicho, ellos deben ser garantes de la implementación de las políticas públicas y de la prestación de los servicios públicos, por lo que su capacidad técnica, profesionalismo, integridad y responsabilidad jamás pueden estar en cuestionamiento.

El enfoque de gerencia pública hace parte lógica del proceso de evolución del sector público y de la complejidad del Estado, a partir del crecimiento y diversificación de las demandas ciudadanas y la necesidad de una mayor capacidad de respuesta por parte de las instituciones públicas. La gerencia es el pilar central que sostiene a la administración pública, lo que la obliga a que se esfuerce cada vez más por hacer uso de las herramientas de gestión que los avances científicos y técnicos ponen a su disposición. De la misma manera, la obliga a ser creativa en las formas de relacionarse con los actores políticos de las propias instituciones públicas y con los distintos actores de la sociedad, pues debe encarnar la manifestación del Estado inteligente.

La gerencia pública, hoy día, tiene a mano múltiples herramientas modernas de gestión que pueden contribuir de forma decidida a la obtención de los resultados previstos, que le facilitan hacer su trabajo bien y no quedar mal, pero su capacidad técnica y su compromiso con la institución, el país y la ciudadanía son determinantes para hacer uso racional de ellas. La planificación estratégica, la gestión para resultados, la rendición de cuentas, las tecnologías de la comunicación y la información, y los sistemas de evaluación de la gestión son instrumentos que el gerente público debe conocer, estudiar y aplicar para su desempeño gerencial.

El gerente público —se tiene que entender bien y sin dudar—, como parte del liderazgo de la administración pública, debe conducir, con ética, capacidad e inteligencia, la complicada nave de las políticas públicas y las acciones del gobierno, cuyo destino es el bienestar de la ciudadanía y el desarrollo sostenible.

Un gerente inteligente dentro de un Estado inteligente, al servicio de una sociedad inteligente. ¡Ese es el gran desafío!

FUENTE: DEPARTAMENTO DE COMUNICACIONES INAP.

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26 de Noviembre del 2024

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