El INAP: 31 años de existencia y un necesario relanzamiento
Por Gregorio Montero
El Instituto Nacional de Administración Pública (INAP) fue creado el 24 de marzo del año 1994. Fue el resultado de la emisión del Decreto No. 81-94, que aprobó el Reglamento para la aplicación de la Ley No. 14-91, de Servicio Civil y Carrera Administrativa. Ambas piezas normativas ya no están vigentes por derogación; no obstante, en los hechos, por múltiples razones, el INAP empezó a funcionar a partir del año 1999. El nacimiento jurídico de esta institución se produjo en un contexto en el que también había nacido, tres años antes, el sistema de mérito, y se daban los primeros pasos para la profesionalización de la función pública dominicana.
La creación del INAP se produjo gracias a los esfuerzos encabezados por un maestro insigne, el Dr. Raymundo Amaro Guzmán (fallecido), quien para la época era el Director de la Oficina Nacional de Administración y Personal (ONAP), institución que contaba con una división encargaba de capacitar a los servidores públicos.
La capacidad académica y de gestión, la vehemencia y el compromiso del Dr. Amaro, lo condujeron hasta la creación y puesta en marcha de este importante organismo público de carácter académico. Al rol cimero jugado por este personaje, para que la administración científica fuera reconocida y aplicada en el sector público, hemos dedicado escritos específicos, pues la historia de la Administración Pública dominicana, reiteramos, está estrechamente ligada a la vida y obra del Dr. Amaro.
En esta ingente tarea lo acompañaron de forma decidida profesores y actores de la Administración Pública como Cristóbal Gómez Yanguela (fallecido), Víctor Melitón Rodríguez (fallecido), Teobaldo Rodríguez (fallecido), Darío Castillo Lugo, Donatila Germán, Georgina Rodríguez, Ana Morrobel, Salvador Espinal, Maritza Olivier (primera directora) y otros. Sirva esta breve mención como un eterno reconocimiento a los grandes aportes que todos hicieron.
En mi caso, tuve la honrosa oportunidad de ser testigo cercano y directo del proceso, pues para aquel momento empezaba a dar mis primeros pasos en la Administración Pública, ya que había ingresado a la ONAP como servidor público en marzo de 1993.
El referido Reglamento, se constituyó en la base jurídica que marcaba para aquel momento la evolución del adiestramiento y el desarrollo de los servidores públicos y en un gran aporte a la profesionalización del servicio público, y creó en su artículo 94 al INAP, y en el párrafo I del mismo artículo le atribuye la competencia para formar, capacitar y actualizar a los empleados estatales y a los ciudadanos y ciudadanas con aspiración de ingresar al servicio público, en coordinación con las unidades de adiestramiento de las distintas instituciones públicas, así como desarrollar las investigaciones necesarias para el mejor funcionamiento de la Administración Pública; además, lo hace parte del denominado Sistema Nacional de Adiestramiento y Desarrollo de los Servidores Públicos.
Como habíamos establecido en la entrega publicada el 24 de diciembre de 2024, como parte del proceso evolutivo, la Ley No. 41-08, de Función Pública, en sus artículos 10 al 12, le otorgó al Instituto Nacional de Administración Pública rango legal y naturaleza desconcentrada, poniendo además a su cargo la ejecución, coordinación, seguimiento y evaluación de los procesos de inducción, formación y capacitación del personal de los órganos y entidades públicas, siguiendo las políticas, planes, estrategias y programas que apruebe el Ministerio de Administración Pública, bajo cuya jerarquía lo coloca; también le reitera la competencia para realizar los estudios e investigaciones para la mejora de la gestión pública.
Todas las directoras y directores que han conducido el INAP desde su creación han puesto su mejor empeño por mantener la institución a flote, procurando que cumpla con su misión, a pesar de los grandes obstáculos que han enfrentado, provocados, entre otras causas, por el escaso apoyo económico que se ofrece a este tipo de instituciones estatales.
Se pueden cuestionar muchas cosas, pero hay que reconocer que el INAP nunca ha dejado de desplegar programas de formación y capacitación dirigidos a los servidores públicos, y de articular con las demás instituciones gubernamentales, con miras a la correcta detección de necesidades de capacitación, para que los cursos a impartir se correspondan con ellas y, en consecuencia, con las estrategias institucionales.
A nuestra llegada a la dirección del INAP, hace cinco meses, decidimos, partiendo de todo lo logrado hasta entonces, y sobre la base de una experiencia acumulada por la institución a lo largo de su existencia, la que es preciso valorar, junto a todos los colaboradores, elaborar y poner en marcha una estrategia que interprete de forma correcta la realidad actual, la que hemos denominado de Relanzamiento y Fortalecimiento Institucional, cuyo propósito central es crear las bases organizativas e institucionales que permitan dotar al organismo de los recursos y la capacidad de gestión necesarios para el cumplimiento efectivo de su finalidad, y a la vez posicionarlo como un centro académico de prestigio.
Ahora que el INAP cumple sus 31 años de existencia, que no es un hecho menor, y que ha demostrado su necesidad y utilidad para avanzar y consolidar el reclamado e impostergable proceso de profesionalización de los servidores públicos, procede una evaluación critica, sobre la base de la convicción de que este debe contar con normas, estructuras y procesos internos modernos, que garanticen una adecuada gestión de los recursos humanos, económicos y tecnológicos disponibles, generando y poniendo en práctica ideas innovadoras que faciliten el cumplimiento de sus objetivos y metas académicas.
Por lo anterior, debe dotarse de un sistema de capacitación basado en programas académicos que contribuyan a elevar los conocimientos, a desarrollar las competencias y las capacidades de gestión de los servidores públicos, en conexión con los desafíos de la gestión pública actual, para que, con base en ello, puedan contribuir a resolver problemas sociales y agregar valor público. Asimismo, los programas académicos del INAP, en un marco de gestión del conocimiento, deben enfocarse en la mejora de la conducción de las políticas públicas y en la prestación de servicios públicos oportunos y de calidad.
En este orden, la revisión profunda de los programas de estudios actuales, para reformularlos e incluir otros necesarios, resulta vital, como forma de atender y colaborar con los proyectos que emanan del programa de gobierno y la estrategia presidencial.
Fortalecer al INAP, como institución académica del gobierno, exige también revisar las metodologías que soportan el proceso de enseñanza-aprendizaje, tomando muy en cuenta la característica esencialmente práctica de la gestión pública, sin restar importancia al rol que juegan los enfoques teóricos de carácter administrativo. Esto lleva también a procurar la puesta en escena de métodos y herramientas de selección y evaluación que garanticen la calidad del personal docente o facilitadores. Evidentemente, se plantea también la obligación de mejorar la infraestructura física del INAP, la innovación en la gestión de los procesos académicos y la mejora continua de la plataforma tecnológica que aloja y permite la ejecución de los procesos académicos.
El INAP debe desarrollar acciones de relacionamiento externo, tendentes a un mejor su reposicionamiento, por lo que debe crear y fortalecer las alianzas que sean pertinentes con otras instituciones académicas nacionales y extranjeras, con otros organismos públicos, con organizaciones de la sociedad civil, con empresas privadas, con organismos internacionales, con académicos y profesionales independientes, y con otros sectores y actores de la sociedad.
La conmemoración del 31 aniversario del INAP, el 24 de marzo, es un hito de tremendo valor. Así lo aquilatamos, por lo que debe ser motivo para celebrar en grande, pero también para evaluar, repensar, entender y actuar en miras de colocarlo a la altura de las necesidades de estos tiempos, pues estamos frente a una Administración Pública que en el siglo XXI se torna bastante compleja y exige a los servidores públicos un perfil renovado, en el que los conocimientos, las capacidades para dar respuestas y el desarrollo de las competencias resultan de extrema necesidad.
Ese perfil renovado solo se logra con educación, formación y capacitación continuas, bien pensadas y bien ejecutadas; aquí el INAP, que no nos quede duda, es un eslabón imprescindible.
Llegar a 31 años de existencia propicia el momento para felicitarnos con gran júbilo y para celebrar en grande, pero también nos ofrece una gran oportunidad para actuar con miras a mejorar.
¡Hagámoslo!
FUENTE: DEPARTAMENTO DE COMUNICACIONES INAP.